Me llaman consomé.. ¿hay algo más humilde, sencillo, pero a la vez que nos brinde tanta energía como esta humilde sopa? Creo que no. Humildad y sencillez que también retrata a la gente de nuestra tierra, de la otrora provincia, hoy encaminada a ser región.. la simpleza del campesino de nuestra región.. de aquel que en los campos ara la tierra con su radio de mano, escuchando tantos partidos inolvidables que la urgencia del trabajo impedía asistir al estadio, aquellos que crecimos con nombres como Manuel Lara, Luis Venzano, Mario Cerendero, Isaac Carrasco, Nelson Oyarzún y Esaú Bravo para los más antiguos y otros como Néstor Zanatta, el “pescadito” Parada, el gringo Chase Hilgenbrick, el eterno Miguel Olave, “pato” Araya y tantos otros que faltan por nombrar.
Nombres que se han vuelto un recuerdo y patrimonio de todos, historias y sentimientos que son propiedad de los hinchas, del pemucano, del chillanejo, del quirihuano, del ñublensino en general, pero la institución ¿de quién es patrimonio? Creo que es de Alí Babá y 40 accionistas que no residen en Chillán en su mayoría, que nunca han sabido lo que es mirar el trigo crecer cerca del Pal-Pal, un atardecer desde el paso nivel, que no saben lo que es sentir y vivir una previa con Curicó, son los que no han conocido las aguas del Diguillín, ni disfrutado la sombra de la plaza de Bulnes, ni la laguna de Quillón ni las papayas de Cobquecura, ellos no han sentido la escencia de Ñuble, no conocen ni el esfuerzo de su gente ni el valor de esta tierra, ellos no son Ñublensinos.
Este sentimiento no es exclusivo de quienes hemos nacido en esta tierra bendita, porque muchos han sido hijos adoptivos de este suelo, pero estos empresarios no han querido. En estos 99 años, y ya de camino al siglo de vida, estos accionistas han reducido la historia del club, limitando todo lo que debiese ser una fiesta provincial a una romería y a celebraciones sectarias. El verdadero consomé, el gran Nelson Oyarzún ha sido distintivo, pero no toda la historia del club. ¿dónde queda el resto de los jugadores? ¿tanto cuesta nombrar una tribuna o sector del estadio con nombres insignes de la institución? ¿dónde queda el liceo de hombres en esta celebración? Pero la cofradía y el sectarismo han caracterizado a quienes hacen usufructo desvergonzado de un nombre insigne que representa al habitante de Ñuble sin distingo de clase social y han limitado a Chillán, lo que debiese ser de la aún Provincia de Ñuble. Se han repartido las ganancias de esta tierra, no han probado el vino de Portezuelo ni las cerezas de Quinchamalí, pero han tomado el dinero de las ventas y transferencias de jugadores alcanzando el éxito, tras veinte jugadores que fracasan con la camiseta roja y no sienten el escudo.
Al hincha incondicional, a quienes hoy hicieron un asado (como vi en varios hogares), a quienes son asíduos de norte, andes, pacífico y sur, a quienes no pueden ir al estadio, a quienes hoy se pusieron su camiseta casi centenaria y la lucen con orgullo. Hijos naturales y adoptivos de esta fecunda tierra, vaya el saludo de este humilde y sencillo Consomé. Felices 99 años de nuestro amado Ñublense.
Nombres que se han vuelto un recuerdo y patrimonio de todos, historias y sentimientos que son propiedad de los hinchas, del pemucano, del chillanejo, del quirihuano, del ñublensino en general, pero la institución ¿de quién es patrimonio? Creo que es de Alí Babá y 40 accionistas que no residen en Chillán en su mayoría, que nunca han sabido lo que es mirar el trigo crecer cerca del Pal-Pal, un atardecer desde el paso nivel, que no saben lo que es sentir y vivir una previa con Curicó, son los que no han conocido las aguas del Diguillín, ni disfrutado la sombra de la plaza de Bulnes, ni la laguna de Quillón ni las papayas de Cobquecura, ellos no han sentido la escencia de Ñuble, no conocen ni el esfuerzo de su gente ni el valor de esta tierra, ellos no son Ñublensinos.
Este sentimiento no es exclusivo de quienes hemos nacido en esta tierra bendita, porque muchos han sido hijos adoptivos de este suelo, pero estos empresarios no han querido. En estos 99 años, y ya de camino al siglo de vida, estos accionistas han reducido la historia del club, limitando todo lo que debiese ser una fiesta provincial a una romería y a celebraciones sectarias. El verdadero consomé, el gran Nelson Oyarzún ha sido distintivo, pero no toda la historia del club. ¿dónde queda el resto de los jugadores? ¿tanto cuesta nombrar una tribuna o sector del estadio con nombres insignes de la institución? ¿dónde queda el liceo de hombres en esta celebración? Pero la cofradía y el sectarismo han caracterizado a quienes hacen usufructo desvergonzado de un nombre insigne que representa al habitante de Ñuble sin distingo de clase social y han limitado a Chillán, lo que debiese ser de la aún Provincia de Ñuble. Se han repartido las ganancias de esta tierra, no han probado el vino de Portezuelo ni las cerezas de Quinchamalí, pero han tomado el dinero de las ventas y transferencias de jugadores alcanzando el éxito, tras veinte jugadores que fracasan con la camiseta roja y no sienten el escudo.
Al hincha incondicional, a quienes hoy hicieron un asado (como vi en varios hogares), a quienes son asíduos de norte, andes, pacífico y sur, a quienes no pueden ir al estadio, a quienes hoy se pusieron su camiseta casi centenaria y la lucen con orgullo. Hijos naturales y adoptivos de esta fecunda tierra, vaya el saludo de este humilde y sencillo Consomé. Felices 99 años de nuestro amado Ñublense.