-Que le aplique bombero- me decía el flaco de al lado, que no quemaba bien y que había que hacerlo de nuevo. Era otra tarde Atrás, después de asistir a una clase que el profe creía que la hacía, joteándose a una mina pelo liso, que no estaba ni ahí con su clase. Yo andaba Atrás para olvidar esa mierda de clase que no enseñaba nada. Nunca iba a pensar que ver cambios paradigmáticos me aburriría tanto. Pero la cosa es así; si el viejo que te enseña no sabe hacerlo y menos si a él no le interesa. Ojalá a final de semestre pueda decir –Pase su mierda de ramo-.
Atrás era un espacio para el libre pensador, la persona liberada, sin problemas, un lugar que hacía sacar lo más agradable de uno, era un paraíso del cual nadie quería salir exiliado. Aunque poseía leyes, todos las conocíamos. Sí, no estaban escritas ni autorizadas por ningún burócrata charlatán. -Los espacios son libres colega- te decían, eso lo cuestionábamos a veces.
Después de quemar esa maravilla junto a tres resistentes más, nos impusimos a pensar y mientras el merengue recorría mis venas y llegaba a mi cabeza, me di cuenta que me amenizaba junto al entorno seco, nutrido por algún lago de cebada que se le caía de vez en cuando a algún licenciado en vida y en imaginar.
Al caer la tarde y al verme y saber que la vida ya había recorrido mis venas y llegado a mi cabeza, causándome un síntoma que las farmacéuticas le niegan a la gente; Ver con lentes de realidad. Ver que nada es como te lo pintan, decirte que estudies para después buscar trabajo y después ser feliz. En realidad eso no lo creo. Creo que eso no es libertad, libertad sería que todos tuviéramos un lugar como es Atrás, donde no tengas que fingir que te interesa, donde no tengas que prestar atención a cosas que creas que no servirán de nada. Pensar sobre lo que tú quieras- eso sería libertad-, sin esencias de la gente, liberarte de todo, hablar y escuchar de la forma que solo conozca el que está aplicando esa difícil tarea, creando y decodificando de forma personal y subjetiva lo que llega y se transmite. Cada persona debería inventar y tener su código, - ¿Para qué?- preguntaría un consumido por la sociedad de hoy. Yo diría que no sé para qué hacerlo, bueno, para alejarte un poco, por segundos solamente de lo que quiere que pienses.
Bueno así es atrás o al frente, o al lado, o arriba, o abajo, depende de cada persona, es una receta subjetiva que posee distintos ingredientes, es algo intangible , que solo tú puedes recetar, en ese momento tu eres la machi y al mismo tiempo el paciente.
Atrás era un espacio para el libre pensador, la persona liberada, sin problemas, un lugar que hacía sacar lo más agradable de uno, era un paraíso del cual nadie quería salir exiliado. Aunque poseía leyes, todos las conocíamos. Sí, no estaban escritas ni autorizadas por ningún burócrata charlatán. -Los espacios son libres colega- te decían, eso lo cuestionábamos a veces.
Después de quemar esa maravilla junto a tres resistentes más, nos impusimos a pensar y mientras el merengue recorría mis venas y llegaba a mi cabeza, me di cuenta que me amenizaba junto al entorno seco, nutrido por algún lago de cebada que se le caía de vez en cuando a algún licenciado en vida y en imaginar.
Al caer la tarde y al verme y saber que la vida ya había recorrido mis venas y llegado a mi cabeza, causándome un síntoma que las farmacéuticas le niegan a la gente; Ver con lentes de realidad. Ver que nada es como te lo pintan, decirte que estudies para después buscar trabajo y después ser feliz. En realidad eso no lo creo. Creo que eso no es libertad, libertad sería que todos tuviéramos un lugar como es Atrás, donde no tengas que fingir que te interesa, donde no tengas que prestar atención a cosas que creas que no servirán de nada. Pensar sobre lo que tú quieras- eso sería libertad-, sin esencias de la gente, liberarte de todo, hablar y escuchar de la forma que solo conozca el que está aplicando esa difícil tarea, creando y decodificando de forma personal y subjetiva lo que llega y se transmite. Cada persona debería inventar y tener su código, - ¿Para qué?- preguntaría un consumido por la sociedad de hoy. Yo diría que no sé para qué hacerlo, bueno, para alejarte un poco, por segundos solamente de lo que quiere que pienses.
Bueno así es atrás o al frente, o al lado, o arriba, o abajo, depende de cada persona, es una receta subjetiva que posee distintos ingredientes, es algo intangible , que solo tú puedes recetar, en ese momento tu eres la machi y al mismo tiempo el paciente.