Hace más de cien años Diego Portales acuño el célebre término “el peso de la noche”. La expresión significa, más menos, que el gobierno puede hacer y des-hacer todo a su pinta, dado que la ciudadanía está en un estado de letargo que le impide reaccionar frente a esto. La gobernabilidad en el Chile decimonónico (y en el presente) estaba sustentada en este hecho.
Considerando que la Universidad es un micro-cosmos político (bien charchita, pero lo es al fin y al cabo), el arcaico pensamiento portaliano sigue estando más vigente que nunca. Tomemos como ejemplo las últimas movilizaciones: No me cabe duda que la mayoría de los estudiantes quería volver a clases, sin embargo no más de veinte pelagatos seguían con la obstinada toma del campus La Castilla. Si todos los alumnos que quisieran volver a la normalidad académica se hubiesen juntado masivamente en una asamblea de campus para votar en contra de la toma (cosa que con las redes sociales se podría haber logrado fácilmente), se acababa todo. Pero no, solo se quedan en su casa pateando la perra, aletargados.
Nos sigue pesando la noche. En mala. Se podría llegar a comprender ese tipo de actitudes entre el grueso de la ciudadanía, pero no entre alumnos de una universidad pública. Si bien es cierto que la política universitaria tiene harto de “juego”, no puede ser que pasen este tipo de cosas. Recordemos que la participación ciudadana universitaria es tan mediocre, que este año la federación junto con tricel (en una movida super cuestionable) bajaron los porcentajes de quorum de las elecciones, y en las últimas horas del día de las votaciones, los miembros de la lista federativa (que más encima corría sin oposición) andaban como locos acarreando votos, todo para alcanzar el quorum mínimo a duras penas.
Dicho sea todo eso, está bien claro cuál es el principal problema de la política universitaria: Si las bases no se ponen las pilas nos van a seguir metiendo goles. No dejemos que la universidad se convierta en una especie de colegio 2.0 donde se viene a puro estudiar (y pagar) para sacar un título. La experiencia universitaria es mucho más que eso. Seamos esa UBB “activa y combatiente” de la que tanto se grita en las marchas, que pareciese que solo existe en las mentes de algunos pocos. No es que podamos serlo, tenemos que. Es la carga a la que aceptamos tácitamente cuando decidimos estudiar en una universidad pública y estatal.
Aunque nos siga pesando la noche y el panorama sea desalentador, vale la pena recordar (en un arrebato estúpidamente iluso) que “la noche siempre es más oscura antes del amanecer”. Dicho sea eso, esperemos que amanezca luego.
Considerando que la Universidad es un micro-cosmos político (bien charchita, pero lo es al fin y al cabo), el arcaico pensamiento portaliano sigue estando más vigente que nunca. Tomemos como ejemplo las últimas movilizaciones: No me cabe duda que la mayoría de los estudiantes quería volver a clases, sin embargo no más de veinte pelagatos seguían con la obstinada toma del campus La Castilla. Si todos los alumnos que quisieran volver a la normalidad académica se hubiesen juntado masivamente en una asamblea de campus para votar en contra de la toma (cosa que con las redes sociales se podría haber logrado fácilmente), se acababa todo. Pero no, solo se quedan en su casa pateando la perra, aletargados.
Nos sigue pesando la noche. En mala. Se podría llegar a comprender ese tipo de actitudes entre el grueso de la ciudadanía, pero no entre alumnos de una universidad pública. Si bien es cierto que la política universitaria tiene harto de “juego”, no puede ser que pasen este tipo de cosas. Recordemos que la participación ciudadana universitaria es tan mediocre, que este año la federación junto con tricel (en una movida super cuestionable) bajaron los porcentajes de quorum de las elecciones, y en las últimas horas del día de las votaciones, los miembros de la lista federativa (que más encima corría sin oposición) andaban como locos acarreando votos, todo para alcanzar el quorum mínimo a duras penas.
Dicho sea todo eso, está bien claro cuál es el principal problema de la política universitaria: Si las bases no se ponen las pilas nos van a seguir metiendo goles. No dejemos que la universidad se convierta en una especie de colegio 2.0 donde se viene a puro estudiar (y pagar) para sacar un título. La experiencia universitaria es mucho más que eso. Seamos esa UBB “activa y combatiente” de la que tanto se grita en las marchas, que pareciese que solo existe en las mentes de algunos pocos. No es que podamos serlo, tenemos que. Es la carga a la que aceptamos tácitamente cuando decidimos estudiar en una universidad pública y estatal.
Aunque nos siga pesando la noche y el panorama sea desalentador, vale la pena recordar (en un arrebato estúpidamente iluso) que “la noche siempre es más oscura antes del amanecer”. Dicho sea eso, esperemos que amanezca luego.