El principio básico de una sociedad democrática es la posibilidad que los sujetos que la conforman tienen para manifestarse sobre diversos aspectos de la vida común. En este sentido, la noción de “lo posible” está influida por el aprendizaje de determinadas convenciones culturales, como el lenguaje, por ejemplo. No es posible hablar sobre algo que ignoramos o que sencillamente apreciamos como natural, por lo tanto, el acceso al conocimiento y a la crítica como ejercicio de desnaturalización de las convenciones socioculturales, debiesen ser los pilares de un sistema educativo que promueva ciertos valores democráticos como el pluralismo, verbigracia. De este modo, la lectura concebida como una práctica social es el resultado de dichas convenciones y la interpretación del sentido de los textos será más o menos amplio dependiendo de la base epistémica de un individuo y de su capacidad para cuestionar las afirmaciones o presupuestos que están presentes o subyacentes al discurso. En efecto, leer también es un ejercicio político que permite al lector formar parte y tomar partido sobre determinados asuntos de la vida social que considera próximos a sus intereses e inquietudes. Siguiendo esta misma dirección, leer es una práctica subjetiva, debido a la influencia que ejerce tanto el contexto sociocultural como las capacidades comprensivas del lector. Así, sociólogos como Bourdieu o Bernstein se refirieron al capital cultural de los estudiantes, queriendo explicar las ventajas que unos tenían por sobre otros, relacionadas esencialmente con el acceso al conocimiento y la naturalización de determinadas convenciones como la existencia de las clases sociales. Van Dijk y Kinsch introdujeron la idea de que las estructuras mentales están regidas por esquemas mentales asociados con situaciones específicas o con prácticas sociales situadas como comprar, opinar o saludar; a esto también lo denominaron modelo de contexto. Asimismo, especificaron que cada persona tiene su propio modelo a pesar de pertenecer a la misma comunidad epistémica, el que activa en cada situación y que va modificando a través del contacto social. En definitiva, la lectura como proceso interpretativo está vinculada al contexto y a las prácticas sociales. Plantear que la lectura es subjetiva, no sugiere que niegue la existencia de un sistema lingüístico arbitrario, sin embargo, leer es más que decodificar el significado de las palabras puestas en una oración o en un párrafo. Leer en la actualidad requiere considerar al texto como multimodal e ideológico. Precisamente lo último, para muchos tiene una carga negativa, aún recuerdo la cuña del ministro Bulnes el año 2011 que decía que el movimiento estudiantil estaba “ideologizado”, quizá no era consciente de que su mismo enunciado era portador de una ideología, leer críticamente es comprender la ideología que subyace a los textos.
Para el Ministerio de Educación la lectura es una prioridad, así lo evidencian las constantes reformas realizadas al currículo educativo durante los últimos 25 años. Empero, lo que es sustancial saber es qué tipo de lectura es la que busca desarrollar en los estudiantes chilenos, sobretodo en el contexto del SIMCE. En primer lugar, lectura y pensamiento crítico están estrechamente vinculados en la medida que leer sea concebido como una práctica social que fortalece la democracia. De este modo, las actividades de comprensión lectora deben no sólo indagar en lo literal o en lo inferencial, además se debe promover el desarrollo de la lectura crítica, pero ¿cómo es posible que los estudiantes desarrollen una comprensión crítica de los textos si el sistema educativo les indica que las alternativas pueden ser cuatro o cinco? Justamente, el problema educativo en Chile, no sólo pasa por aspectos curriculares o didácticos, sino que es principalmente evaluativo. El seguimiento que se realiza a la comprensión lectora desde segundo año básico es realmente un atentado a la subjetividad de los estudiantes, sin considerar que su acceso a la universidad está determinado por la capacidad que éstos tengan de comprender la “lógica” de las preguntas. Es un verdadero proceso de adiestramiento el que se realiza en las escuelas, liceos y preuniversitarios, puesto que los resultados no sólo benefician a los estudiantes, sino que muy profundamente al prestigio de los establecimientos educativos y la subvención que éstos reciben, a la cual no me referiré para poder acotar el tema. En segundo lugar, cabe concluir que SIMCE y lectura crítica se oponen, no se puede fomentar este tipo de lectura a través de preguntas cerradas, lo que está ocurriendo es que se le enseña a los estudiantes que el éxito se logra buscando una única verdad, una sola respuesta que responde a una sola lógica, lo que es sesgadamente arbitrario y anti-democrático. Nuestra sociedad debe avanzar en términos de igualdad, aquella que se encuentra anclada a la capacidad de los sujetos para poder pensar de acuerdo con diversos parámetros de verdad, que amplíe sus posibilidades interpretativas en función de sus intereses y que sea consciente de aquello. Pensamiento crítico y reflexivo están ligados a la lectura, del mismo modo que la lectura se encuentra esclavizada por el SIMCE y la PSU, valga la metáfora. En momentos actuales en los que se está cuestionando la transparencia de los representantes, la legitimidad del poder y las estructuras y micro-estructuras del sistema en su conjunto, es que resulta trascendental avanzar en los términos expuestos. Esto conlleva entre muchas otras cosas, eliminar las prácticas evaluativas que existen en Chile y que rigen el funcionamiento de los centros educativos, la educación debe promover la diversidad y tender a la heterogeneización, no al revés.
Para el Ministerio de Educación la lectura es una prioridad, así lo evidencian las constantes reformas realizadas al currículo educativo durante los últimos 25 años. Empero, lo que es sustancial saber es qué tipo de lectura es la que busca desarrollar en los estudiantes chilenos, sobretodo en el contexto del SIMCE. En primer lugar, lectura y pensamiento crítico están estrechamente vinculados en la medida que leer sea concebido como una práctica social que fortalece la democracia. De este modo, las actividades de comprensión lectora deben no sólo indagar en lo literal o en lo inferencial, además se debe promover el desarrollo de la lectura crítica, pero ¿cómo es posible que los estudiantes desarrollen una comprensión crítica de los textos si el sistema educativo les indica que las alternativas pueden ser cuatro o cinco? Justamente, el problema educativo en Chile, no sólo pasa por aspectos curriculares o didácticos, sino que es principalmente evaluativo. El seguimiento que se realiza a la comprensión lectora desde segundo año básico es realmente un atentado a la subjetividad de los estudiantes, sin considerar que su acceso a la universidad está determinado por la capacidad que éstos tengan de comprender la “lógica” de las preguntas. Es un verdadero proceso de adiestramiento el que se realiza en las escuelas, liceos y preuniversitarios, puesto que los resultados no sólo benefician a los estudiantes, sino que muy profundamente al prestigio de los establecimientos educativos y la subvención que éstos reciben, a la cual no me referiré para poder acotar el tema. En segundo lugar, cabe concluir que SIMCE y lectura crítica se oponen, no se puede fomentar este tipo de lectura a través de preguntas cerradas, lo que está ocurriendo es que se le enseña a los estudiantes que el éxito se logra buscando una única verdad, una sola respuesta que responde a una sola lógica, lo que es sesgadamente arbitrario y anti-democrático. Nuestra sociedad debe avanzar en términos de igualdad, aquella que se encuentra anclada a la capacidad de los sujetos para poder pensar de acuerdo con diversos parámetros de verdad, que amplíe sus posibilidades interpretativas en función de sus intereses y que sea consciente de aquello. Pensamiento crítico y reflexivo están ligados a la lectura, del mismo modo que la lectura se encuentra esclavizada por el SIMCE y la PSU, valga la metáfora. En momentos actuales en los que se está cuestionando la transparencia de los representantes, la legitimidad del poder y las estructuras y micro-estructuras del sistema en su conjunto, es que resulta trascendental avanzar en los términos expuestos. Esto conlleva entre muchas otras cosas, eliminar las prácticas evaluativas que existen en Chile y que rigen el funcionamiento de los centros educativos, la educación debe promover la diversidad y tender a la heterogeneización, no al revés.